Llegar a una ciudad, la segunda más grande de Argentina...
Encontrarse con un ex hostel y actual residencia de europeos locos. Que te reciban con una habitación con cama matrimonial y un lindo escritorio para escribir, que al quinto día te digan "a partir de ahora trabajas acá y no pagas nada" es un hecho que no es menor para un amateur en esto de viajar. Extraordinario es el espíritu de esta casa, casa loca y muy loca.
Se pueden encontrar muchos personajes: El dueño: un fanático cheguevarista, con límites extraños, pero alma bondadosa.
Los de siempre: Pedro un brasileño que trabaja acá también, de alma noble y sonrisa tatuada. Pato y Adrian (ella de Salta, él de Francia) conocen la casa, sus trucos, sus síntomas.
Los alemanes, suizos o austríacos: siempre rotan, aparecen nuevos, desaparecen y vuelven a aparecer, amantes de las fiestas y de argentinas buscadoras de europeos.
Los argentinos: silenciosos, ermitaños algunos, distantes de los alemanes locos, tranquilos.
Yo: soy la "española" según todos, la "frisch" o chica chistosa de la casa, Eva loca, amiga de todos. Y no me quejo. Todos me quieren y yo los quiero a todos, menos al anónimo que se roba mi comida.
Living.
Arriba: cuarto de tele. Abajo: sala de estar.
La vista desde mi cuarto.
Navidad con los alemanes: la cena empezó a las siete de la tarde con comidas típicas alemanas.
Haciendo parkour en el pasillo de los cuartos del segundo piso.
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